miércoles, 3 de noviembre de 2010

Gabriela Salgado: “De ambulantes no tienen nada”

En las cercanías de Plaza Ñuñoa hay una gran cantidad de comercio ambulante, los que además de ocupar gran parte de las veredas, afectan las ventas de las tiendas del sector. Por parte de los ambulantes, no existe interés en conseguir permisos, ni de moverse a otro lugar.

Plaza Ñuñoa y sus alrededores presentan un problema que a simple vista pasa desapercibido, el comercio ambulante. Emplazados principalmente por Av. Irarrázaval, los ambulantes son dueños y señores de las veredas, tienen códigos para alertar la presencia de carabineros, y para saber cómo les está yendo a sus rivales, se ubican enfrente de las tiendas.

En Irarrázaval N°3024 se encuentra Nikito´s, un local de lencería. Claudia, vendedora del local, cuenta que han aprendido a convivir con los ambulantes pero que los afectan en demasía. “En lo personal no tenemos problemas, son honestos y de algo tienen que vivir. Ahora, económicamente sí, venden los mismos productos que nosotros y más baratos”, comentó la vendedora.

Aida, vende carteras enfrente de Nikito´s, es una mujer robusta y nerviosa, “hay que estar pendiente de los pacos”, dice la ambulante, agregando que “no estamos ni ahí con conseguir permiso, si así te roban. Si te toman preso, es como pagar arriendo”.


“Son dueños de la calle, nos roban a todos, ya que no pagan impuestos y reciben todos los beneficios sociales. Los carabineros y la municipalidad, no dan respuestas, dicen que hay problemas más importantes. Como no los molestan, prácticamente tienen su local en la calle, de ambulantes no tienen nada”, comentó Gabriela Salgado, encargada de la tienda Concepto. “Son una mafia, se cubren entre ellos y los dueños de los kioscos les guardan sus productos por las noches”, finalizó Gabriela.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Telas Gastadas

Un negocio en vías de extinción
















Las pequeñas tiendas están prácticamente extintas y salvo escasas excepciones, casi ni se notan. Es precisamente esto lo que pasa con las tiendas que se encuentran alrededor de Plaza Ñuñoa. En Irarrázaval N°3231, a pasos de la Plaza se encuentra una paquetería llamada Deposito Yarur Sumar. La tienda es atendida por Lorenzo Butto junto a su hermana, quienes son dueños de local en el cual ponen todo su esfuerzo para mantenerlo vigente.

Lorenzo tiene 51 años de edad, es algo descuidado, tímido, pero muy trabajador. A medida que avanza la conversación y atendiendo a clientes de manera muy gentil, va perdiendo la vergüenza y comienza a contar su historia, su verdad.

Lorenzo, ¿tú comenzaste este negocio? No, la tienda la comenzó mi padre, Moisés Butto, el año 1956, quien actualmente tiene 86 años. Trabajó toda su vida, ahora le toca descansar, así que la atendemos con mi hermana.

¿Tú quisiste continuar el negocio familiar? Es lo que vi desde chico, lo veía como un paso lógico. No me imagino en otra cosa.

Y, ¿estudiaste? Estudié Ingeniería Textil, pero no terminé.

¿Siempre quisiste estudiar eso? Era el negocio que más conocía, además de que tarde o temprano me iba a tocar atender la tienda. Si tuviera la opción de elegir nuevamente, estudiaría otra cosa. En esta pega se trabaja mucho y se gana poco.

Debe ser un trabajo difícil, con las grandes tiendas la gente casi no compra telas. ¿Cómo has logrado mantenerte? Vendiendo. Es obvio que ahora se vende mucho menos que antes, pero da para vivir. No puedes darte lujos, pero con esfuerzo he tenido un buen pasar.

Textiles Sumar y Yarur, cerraron, ¿Cómo lo has hecho para abastecerte? Con pequeñas fabricas que pelean para mantenerse abiertas, como yo, y también con muchas telas que provienen de China. Si bien la calidad de las telas ha disminuido, son mucho más baratas, por lo que obtienes más utilidades por metro vendido.

¿Cuáles son las telas que más se venden? Actualmente lo que más se vende son tapices, lonas, y telas para hacer sabanas y manteles.

¿Y antes? Telas para hacer ropa, principalmente para hacer uniformes. Ahora todos compran ropa hecha, yo también lo haría. Con cinco mil pesos te compras un uniforme de colegio completo y con la misma plata no te alcanza ni para hacer un pantalón.

¿Tienes clientela habitual? Quedan algunos. Antes había mucha gente que venía regularmente a comprar pero principalmente a conversar con mi papá. La mayoría eran señoras, pero van desapareciendo, si la mayoría ya tendría más de 70 años.

¿Qué tipos de clientes tienes ahora? En su mayoría son colegios. En esta zona hay muchos y siempre están comprando telas para cortinaje y para hacer disfraces para las fiestas patrias o para el 21 de mayo. De la Municipalidad me compran de vez en cuando, pero son cosas menores.

Hablando de la Municipalidad, ¿Tienen una buena gestión con la comuna?, ¿ayudan al comercio? Hacen una buena gestión. Siempre tienen las calles limpias y se preocupan mucho de la seguridad. Hace un par de años estábamos teniendo problemas con la delincuencia, de hecho, a la tienda de al lado le entraron a robar, pero pusieron mas patrullas de seguridad municipal y no hemos vuelto a tener robos.

¿Desde cuándo que atiendes la tienda? Siempre he estado metido aquí, pero me hice cargo y empecé a trabajar constantemente desde 1986.

¿Después es el turno de tus hijos? No, yo no tengo hijos, y si los tuviera no los dejaría seguir mi camino. La verdad es que no se ve claro el futuro de esta tienda, a los hijos de mi hermana le carga estar acá y los entiendo.

Antes el negocio de las telas era uno de los más rentables, ¿Cuándo dejó de serlo? Hace 20 años, este negocio era grito y plata, pero con la aparición de las grandes tiendas la cosa cambió. Empezaron a poner precios que eran insuperables y tampoco existieron leyes o algo que resguardaran a las pequeñas empresas. Ni siquiera se nos ayuda con el tema de las contribuciones ni nada. Somos como los artesanos del comercio, debemos luchar día a día para mantenernos en pie. La cosa pudo ser diferente, pero nunca nos atrevimos a cambiar y nos comieron los grandes.

¿Qué fue lo que les impidió cambiar, modernizarse? Mi viejo, estaba acostumbrado a una forma de ver y hacer negocios, y nada lo iba hacer cambiar.

¿Crees que ese fue el mayor error, no modernizarse? No, yo creo que el mayor error fue no haber capitalizado cuando se pudo. Teníamos mucho dinero y lo malgastamos. Nos dábamos una vida de reyes, viajábamos y jugábamos mucho. El juego nos pasó la cuenta, fue algo así como una herencia maldita. Todos los paisanos estamos acostumbrados al juego, muchos perdieron todo, a mí por lo menos me queda la tienda.

domingo, 29 de agosto de 2010

27 de Febrero Hoy




Miedo, peleas, oportunidades y reconstrucción son los vestigios que aún recuerdan a la gente el terremoto que ocurrió el pasado 27 de febrero. Este mega-sismo, afectó no sólo a las construcciones, sino también a las personas, su comportamiento, su rutina y la forma de percibir el sentido de la vida.

Parte importante de Plaza Ñuñoa es su vida nocturna, la cual, para muchos, ha cambiado directa e indirectamente después del terremoto. Los recuerdos de aquella fatídica noche pesan en algunas personas o en sus cercanos. Este es el caso de Armando Guajardo tiene 28 años, vive con su madre y una tía. Armando cuenta que frecuenta constantemente el Café Dante donde se junta con sus amigos a conversar de la vida, pero que desde el 27 de febrero, ha tenido algunos problemas que le han evitado asistir a su “Club de Toby” con tanta regularidad. Armando cuenta que el terremoto afectó fuertemente su hogar, y no precisamente porque este haya tenido daños, sino porque su tía quedó traumatizada. Su nombre es Victoria Opazo, tiene 59 años, es soltera y después del terremoto no ha logrado sentirse bien estando sola. “No puede estar en el departamento si no hay nadie, me empieza a llamar a mi o a mi vieja, que por su trabajo viaja mucho y casi nunca está, por lo que me molesta casi siempre a mí”, comenta Guajardo. Para Armando, este trauma que le provocó el terremoto a su tia, ha sido un suplicio; no puede apagar el celular, no puede salir cuando lo desea y le ha generado constantes peleas y discusiones. “No nos deja vivir tranquilos, dice que tiene miedo, que le puede pasar algo y eso que al departamento no le pasó nada. Está como asustada de la casa y no quiere ir al psicólogo ni nada”, agrega Guajardo mientras pide la cuenta, tiene que ir a acompañar a su tía.

Si bien el terremoto fue un hecho que afecto a las personas fuertemente, no fue malo para todos. Para la gente que estaba en busca de un departamento encontró una opción inmejorable. El sismo provocó en la gente un temor a vivir en departamentos, especialmente en los pisos más altos. Es por esto que los precios y la demanda por estos inmuebles bajaron, por lo que las inmobiliarias tuvieron que lanzar promociones y facilidades de pago para reactivar el mercado de estos bienes.

Las oportunidades no se pueden dejar pasar y precisamente eso hizo Tamara Arriagada. Tiene 30 años, soltera, profesional y acaba de adquirir un departamento aledaño a Plaza Ñuñoa. Entre risas, un vino y una rica pizza, en la Taverna della Piazza, cuenta que el terremoto le dio la oportunidad para comprarse el tan anhelado hogar propio. Desde hace un tiempo estaba buscando un departamento, pero no se convencía. Compró un departamento en Gerona 32, ubicado a metros de Plaza Ñuñoa. Este departamento lo había visto varias veces, y, si bien le gustaba, no podía pagarlo. El precio original era de cerca de 58 millones de pesos, pero con el sismo la gente no quería vivir en un departamento y menos en el piso 12, por lo que las promociones y descuentos no se dejaron esperar. En el banco le dieron una buena taza para el crédito inmobiliario y la compañía le hizo un descuento de un 12% por el departamento. “Era la oportunidad, un buen descuento, buena taza en el banco y buena ubicación, tienes todo cerca. La única lata es que para tomar el metro, tengo que andar en micro”, comenta Tamara y agrega que no puede estar más feliz con su adquisición, le encanta el barrio y que por último es una buena inversión, ya que el precio de los departamentos se ha ido normalizando con el tiempo.

Daños materiales y psicológicos son dos cosas de las que se ha tenido que encargar la municipalidad de Ñuñoa, la cual se encuentra emplazada en la plaza con el mismo nombre, después de los hechos ocurridos el pasado 27 de febrero. La comuna no se vio afectada mayormente en lo material, pero muchas personas quedaron muy afectadas en lo emocional. Es por esto que la Municipalidad proporcionó una serie de psicólogos para tratar los problemas y temores que presentaban las personas. A pesar de los seis meses que han pasado siguen existiendo pacientes que requieren de ayuda psicológica para mantener la calma y tratar de superar sus miedos.

La Municipalidad también se ha tenido que encargar de todos los daños materiales provocados en los espacios comunes de la comuna. “Los psicólogos partieron su trabajo el 28 de febrero, la municipalidad sigue en arreglo”, comenta Marcela Sabat, diputada por el distrito 21 que comprende Providencia y Ñuñoa. “La municipalidad y yo nos hemos preocupado por la gente, tratar de ayudarlos en lo posible, pero aún falta mucho”, comenta Sabat, agregando que constantemente visita a las distintas localidades de la comuna para saber cuáles son sus problemas y tratar de ayudar.

Han pasado seis meses desde que ocurrió el terremoto y aún afecta las vidas de las personas, a algunos para bien, a otros para mal. Mucha gente perdió en lo material, otras en la tranquilidad mental y espiritualidad, y algunos ganaron una oportunidad para realizar sus sueños, pero lo que es común es que para todos, su situación cambió. Lugares íconos de Plaza Ñuñoa como la pérgola ubicada en medio de la plaza, la cual está cerrada por que se encuentra inestable debido a las grietas provocadas por el terremoto, o la Iglesia Nuestra Señora del Carmen que tiene el techo dañado, son muestras claras de los daños provocados por el sismo, pero no nos muestran el daño que provocó en las parejas que iban a la pérgola a pasar sus tardes conversando, o de quienes concurrían constantemente a la iglesia a rezar y encontrar su paz interior.

jueves, 19 de agosto de 2010

Plaza Ñuñoa, un estilo de vida.



Históricamente la importancia de una plaza radica en que es el lugar de encuentro de la gente, un punto de referencia y lugar de socialización. Con el pasar del tiempo, los cambios en la forma de vida y las nuevas formas de comunicación que han aparecido con la tecnología, muchos de estos lugares de reunión han perdido su importancia, pero no es el caso de Plaza Ñuñoa.

Ubicada a la altura del 3350 de Av. Irarrázaval, la cual la atraviesa, su perímetro consiste en las calles Manuel de Salas, Jorge Washington, Dublé Almeida, Doctor Johow. Plaza Ñuñoa es un lugar que tiene vida a lo largo de todo el día. Durante las mañanas y tardes es común ver a gente de tercera edad caminando por la plaza, la cual gracias a la gestión del municipio está bien mantenida, y escolares ya que alrededor de la plaza se encuentran varios colegios y preuniversitarios por lo que la plaza se hace un lugar idóneo para juntarse después de clases. El mayor atractivo y una de las características de Plaza Ñuñoa es su vida nocturna, tiene una gran oferta gastronómica, cultural y muchos lugares de entretención que hacen de esta plaza uno de los centros neurálgicos de la vida bohemia santiaguina.

Un lugar tranquilo, donde se puede caminar sin estar preocupado de que te puedan asaltar y con mucha variedad de cosas para hacer, es la oferta que da Plaza Ñuñoa. Seguridad Ciudadana está constantemente rondando los perímetros de la plaza, lo que logra que casi esté erradicada la delincuencia, que no se vean grupos de personas bebiendo cerveza o fumando marihuana en ella, lo que hace que no se vean mendigos molestando a los clientes de los locales ubicados en este lugar.


Dentro de los pubs y restaurantes típicos de Plaza Ñuñoa nos encontramos con locales como La Taverna della Piazza, el Café Las Lanzas o La Fuente Suiza. Este último lugar es conocido por sus sándwiches acompañados siempre de una buena cerveza y es precisamente aquí donde te encuentras con Nicolás. En la entrada de la Fuente Suiza, un hombre de unos 30 años, que viste con harapos y desaseado mira a través de las ventanas como gente disfruta de un churrasco mientras él espera por una limosna que le permita comer. De buen hablar y muy sociable cuenta que no ha comido en todo el día y que aloja en el Hogar de Cristo. “Estoy todos los días aquí, porque en la plaza me echan”, comenta y agrega que la gente de Seguridad Ciudadana y Carabineros no los dejan pedir tranquilos.

“Vivir cerca de plaza Ñuñoa es demasiado agradable, tienes donde salir a comer, a tomar algo y eventos culturales. Aparte está todo cerca, supermercados, centros de salud y colegios”, comenta Priscila Gamboa, mujer de 33 años, soltera y amante de la diversidad de actividades que encuentra a pasos de su casa. “Principalmente asisten a estos lugares gente como uno, adultos jóvenes, profesionales, gente piola que quiere pasar el rato en un lugar agradable con buena música y que se puede conversar”, dice Priscila y agrega que lo único que le preocupa es como va a quedar un estacionamiento que están construyendo en la parte norte de la plaza, cerca de la Municipalidad.

Al ser un lugar tan concurrido, uno de los mayores problemas que tenía Plaza Ñuñoa era la escasez de estacionamientos y que estos fueran seguros, es por esto que la municipalidad decidió construir un estacionamiento subterráneo. Este proyecto ha generado más de algún problema. Si bien es una iniciativa que promete acabar con un gran problema que tenía la plaza, también va a cambiar una parte de su entorno, el cual va a pasar de ser un lugar con naturaleza a ser una plaza dura, de cemento, amenazando a parte de la flora y fauna típica del lugar.

Marco Tobar es un operador de Parquímetros S.A. el cual trabaja en Plaza Ñuñoa en el horario nocturno desde 2007. Marco no se siente amenazado con perder su trabajo con la construcción del estacionamiento subterráneo pues esta concesionado por la misma empresa en la cual trabaja, pero destaca que le gustaría quedarse en el lugar, pues es un lugar agradable, donde no tiene problemas con la gente. “No es un lugar flaite, se puede trabajar tranquilo”, comenta Tobar.

Otro aspecto importante de Plaza Ñuñoa y que no puede pasarse en alto son La Batuta, lugar ícono de la música chilena el cual abrió sus puertas en 1989 donde han pasado gran parte de las bandas consagradas del Rock chileno como Los Bunkers, La Ley, Los Tres, entre otros. También está el Teatro UC, el cual siempre tienen en cartelera obras de gran factura.

Plaza Ñuñoa es un lugar que tiene vida durante todo el día, un lugar de encuentros, de historias, de buena gastronomía, un espacio abierto a la cultura, uno de los lugares preferidos por los adultos jóvenes para pasar sus noches en un espacio agradable y también para vivir, una fuente de trabajo, un estilo de vida.